PATATAS: Pequeñas, al estilo canario, pero sin ser “arrugás”,
horneadas quizás, y partidas transversalmente. Sabrosas y dulces.
SALSA: Dos hilillos. Escasísimas las dos. Tanto, que la roja la dejo como de “sabor
indefinido”, mientras que la blanca prevalece en el conjunto con un relevante
sabor a ajo. No repite.
VALORACIÓN: Restaurante
de hotel, es decir, sablazo al canto. Curiosamente, una A.K. Damm cuesta 3,80€,
mientras que las bravas son 3€… realmente friki. Muy guapos los sofas, la
iluminación y tot plegat, pero ya se podrían gastar más en salsa y menos
en aire acondicionado, ¡qué frío, por Dios!