PATATAS 🍟🥔
En otra vida, quiero ser esta patata Monalisa. Se pone tierna al caliu, en un horno con carbón que, aparte de dejarla perfectamente asada, la aromatiza de tal forma, que sale más radiente que Ana Obregón en su posado veraniego. Tras el reposo del guerrero, se corta en cachos de talla M, conservando la piel, y se transfiere a una freidora rabiosa mientras se masajea la pulpa para que quede porosa. El resultado tras el baño es el esperado, unos bordecitos anaranjados, con mil recovecos, que dejan unas piezas ultracrujientes y casi eróticas.
SALSA 🌶🔥
¡Atención, notición! ¡Me han sorprendido con un allioli! Yesss… y es que lo elaboran con un aceite de oliva que se tira un buen rato en el horno. ¿Y qué sucede? Pues que toda la emulsión sabe a brasa. Flipante. Hay que probarla.
Para ya acabarme de conquistar, acompañan la deliciosa salsa blanca con una salsa brava de verdad. ¿De verdad? Sí, una salsa brava madrileña de verdad: sin tomate. Se hace a la vieja usanza, con una base de caldo de pollo, guindilla, pimentón, y ligada con un poco de harina. El resultado: fantástico.
RESEÑA 🍻🍴
El objetivo de este sitio es reproducir la misma cocina que vas a buscar los findes cuando sales de la ciudad. Brasa de nivel (el horno que tienen es una pasada) con el chuletón como estrella, pero platos tradicionales mucho más asequibles (botifarres, brochetas…) sin dejar de lado a las tapas más clásicas: estas magníficas bravas, croquetas, calamares…
Pese a ser una zona totalmente guiri, lo recomiendo mucho, porque quieren huir de esa etiqueta de ‘tourist trap’ que los ‘locals’ colgamos de todos los negocios del Passeig del Born. En invierno atacan también al mundo del calçot, o sea que me van a tener ahí haciendo cola. ¿Calçotades a 1 minuto del Mercat del Born? Yeah, I’m in!
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