PATATAS
Me han dejado colarme hasta la cocina de este paraíso de la tapa maña para ver como fríen esa tonelada semanal de patata segoviana de la variedad Agria.
Peladas y cortadas en pedacitos que oscilan entre la talla S y la M, se pochan a temperatura media y esperan a la comanda. Tampoco aguardan mucho, porque un sábado se pueden llegar a servir 300 raciones…
Se nota una maestría adquirida tras décadas de práctica,
porque esos bordecitos tan crujientes no aparecen de forma tan fácil como parece.
SALSA
El inventor del algoritmo de Instagram tiene menos mérito que el padre de esta fórmula: bravas = allioli + aceite de pimentón.
Paco, el jefe, me cuenta que lleva con la misma receta desde 1972. Peeero, y esta es la exclusiva, parece que el cocinero que les pasó esta obra de arte, venía de un desaparecido restaurante del Eixample. Con lo cual, voy a tener que seguir investigando, pero todo apunta a que, hacia 1960, alguien parió ese binomio bravero que siempre irá unido a la ciudad.
Lo comparten esta serie de bares míticos: El Bar Tomás de Sarrià, Bar Mandri, el Bar Lafuente … y muchos otros lo han versionado/copiado. ¿Quien demonios debió inventarla? Estoy seguro que lo descubriré algún día.
RESEÑA
Su particular ‘salica de espera’ acumula colas siempre. Incluso en su antigua ubicación ya era así. Forman parte ya de la liturgia que los feligreses asumen, casi a modo de penitencia, para acceder al templo aragonés.
Una vez dentro, en vez de aroma a basílica de la Pilarica, te conquista su embriagadora atmósfera de efluvios de fritura, y te sometes, cautivado, a los designios de la congregación. Existe incluso una jerga para denominar las bebidas que solamente los asiduos dominan, como si de una secta se tratase: ¡Ponme un ‘guay’!


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