PATATAS 🍟🥔
Cuando te traen ese despiporre de racionaca, tu reacción puede ir de lo ojiplático a lo cajirroto en cuestión de segundos. Más que gajos, son una especie de trozos de viga de patata de la variedad Agria, que aparecen desmoronados sobre el plato como si fuesen parte de una ruta por la Acrópolis de Atenas.
Para llegar a esta maravilla, utilizan papas gigantes que asan al horno con muy poco AOVE y algo de romero. Las reservan hasta la comanda, momento en el cual las suergen en rábido aceite. La faena rinde unas preciosas piezas de un amarillo casi áureo, de aristas anaranjadas, y extremadamente crujientes.
SALSA 🌶🔥
Se utiliza el combo ganador en todo el levante peninsular, el que emana de la herencia de la catedral bravera por antonomasia de Sarrià: aceite picante y allioli.
En este caso, la estupenda salsa blanca vira hacia los tonos crema porque se utilizan ajos asados para rebajar su vigor. Suavecita, pero al ser esparcida de forma generosa por el patatal, resulta más que convincente.
La mezcla picante se elabora con una reducción extrema de cebolla picadita, pimentón y guindilla con un buen chorrazo de aceite. No pica mucho y combina de lujo con la anterior.
RESEÑA 🍻🍴
Me habéis escrito un montón de veces pidiendo que las reseñe. Y es que hacía bastante que no me pasaba, pese a que llevan en mi Top 50 desde que abrieron: son de una regularidad pasmosa. Yo les añadiría más picante, pero vamos, eso es subjetivo. Además, haría media ración, porque 6€ es pasta (aunque por ese tamaño de tapa, no me parece nada cara).
El local tiene un encanto especial y fue el pionero de una calle totalmente olvidada por aquel entonces, pero que actualmente está rebosante de restaurantes chic y nuevas aperturas.
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