PATATAS 🍟🥔
Dados de tamaño medio, pero tirando a talla S, o sea, que caben varios en la boca. Son patatas de la variedad Agria que les traen directamente de Alicante. “Las de la ensaladilla son otras”, me dice Josep, el jovencísimo capitán del barco. Les dan dos frituras: pochado y ataque a alta temperatura, y el resultado es el esperado, crujientes por fuera y tiernas por dentro. Requetebien.
SALSA 🌶🔥
Allioli casero o, más bien, mayonesa con ajo, con huevo de verdad y tanto cariño como densidad. La salsa anaranjada sabe a antes, no sé si me explico, a pueblo, a barrio… con matices de caldo, de sofrito hecho con tranquilidad, con un atisbo de acidez y unas notas inconfundibles a pimentón. La mezcla de ambas es soberbia y no muy picante.
RESEÑA 🍻🍴
“El Palumita”, abuelo de Josep, iba para médico, pero fue represaliado por rojo, y acabó ganándose el pan en la hostelería. La guerra nos robó un doctor, pero nos entregó un brillante cocinero. En su casa se comía de lujo, y era conocida por sus amigos y familiares como “El sopapu”.
La hija de “El palumita” (y madre del patrón), criada entre fogones, heredó los mil conocimientos de cocina marinera que ahora vemos en el novísimo local (tiene un mes escaso), y que se plasman en unos calamarcitos encebollados de escándalo, bacalao de Champions, bombas que homenajean a La cova fumada (el templo), anchoas limpiadas al momento bajo el grifo… en definitiva, la recuperación de recetas de la Barceloneta que mi barrio necesitaba y que vienen a dignificar una península matratada como nunca por el turismo. Si tengo que recomendar algún local de cocina tradicional en el barrio marinero, ya sé cual es el primero de la lista.
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