PATATAS
Una prospección recalcitrante hacia lo crujiente les ha conducido a someter a esta patata de la variedad Agria a dos frituras, pero manteniendo la piel en la presentación final. El pochado previo, con embestida posterior de aceite a temperatura medieval, separa la cutícula de la pulpa, estableciendo burbujillas de aire que crepitan cuando las muerdes vorazmente.
SALSA
Este trabajo de precisión lleva tres salsas:
1 – Un pseudo romesco con bastante almendra, pan tostadito y una evidente presencia de ñora.
2 – Ajonesa de aceite de girasol, con el ajo muy medido, porque no se somete a ningún tratamiento previo.
3 – Aceite infusionado con pimentón dulce y picante, cayena en polvo y en grano, pimienta y… ¡miel! ¡Tooomaa yaaa!
Se culmina todo con una buena espolvoreada de pimentón para que el arrastre de la patata con todas las salsas hacia la boca sea una experiencia mística.
RESEÑA
David ha recuperado la esencia del negocio familiar, que se perdió al caer el local en manos de especuladores de comida rápida. La reforma, absolutamente integral, culmina en su cocina (minúscula) que gestiona @c.maestre_chef, un crack que mete ideas creativas en los clásicos de Pijaume (la casa madre del propietario). La fórmula es tan exitosa que no hay forma de encontrar mesa. Lógico, toda la competencia de la plaza se ha centrado en dar más de lo mismo, y ellos les han atropellado con una propuesta honesta. Tienen un horario extensísimo, o sea que buscad un agujero para probar sus tapas y platillos.
Interior del Marcelino. FOTO: @marcelino___1968
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