Aquí se utiliza patata de la variedad Agria, y se cocina en tres tiempos: se cuece hasta que queda bien tierna la fécula, se aplica un pochado de pocos minutos y, finalmente, al llegar la comanda del hambriento comensal, se zambullen en aceite de lo más cabreado. El resultado es ultracrujiente porque, además, conservan la piel hasta el final.
SALSA 🌶🔥
Evidentemente, @ivan_surinder no podía crear una salsa sencilla y poco especiada, por eso se ha currado esto. Sobre una base de rico lactioli, se arma una salsa amarillenta bestial a base de: cúrcuma, ralladura de limón, pimentón picante, cilantro en polvo, aceite de pepinillos encurtidos, jugo de limón recíen exprimido (y colado), y algo de azúcar para corregir la acidez.
Sobre los pegotes de tono pastel, se pintan unos churretes de una salsa casera estilo cocktail (refrescada con menta), y se decora con una buena lluvia de cebollino.
RESEÑA 🍻🍴
Es exactamente lo que esperaba y eso, que podría parecer una apreciación tibia e inocua, es tooodo lo contrario. Un ‘indian Garito‘: se necesitaba un sitio así en el Raval. No hay que buscar comparaciones con @tandoorbarcelona (aunque resulte complicado), esto es street food y, estas bravas, el claro reflejo de la cocina de fusión que aquí se viene a disfrutar.
Defensores de dejar a la patata de la variedad Agria con su piel hasta el final, la cortan en bloques del tamaño más clásico del mundo, y le aplican las dos frituras de la biblia patatera: un pochado a baja temperatura por un tiempo prudencial y una posterior fritura rápida con el aceite caliente a rabiar. Como era de esperar, tras este tratamiento, les sale una papa más crujiente que mis rodillas después de una clase de spinning.
SALSA 🌶🔥
¡Llevan tres salsas! La roja es un tomate muuuy reducido, que le da un tono entre carmín y granate, y un regusto dulzón pero que mantiene el picante de los pimentones y el ojo de pájaro. La blanca es un lactioli bastante suave, o sea que no sufras por tu pareja luego. La que es una maravilla es la tercera, que cubre el conjunto y le da el rollo porno total, hecha a base de cebolla y pimienta (y más cosas que no puedo decir).
RESEÑA 🍻🍴
No se puede ser más majo que Pepe, el jefe del garito. Y tiene un equipo estupendo. Lleva años confiando en su proyecto y no hay quien le pare. En el límite entre el Raval y Sant Antoni, además de estas bravazas, nos propone su plato estrella: el cachopo. Pero es que el tío tiene cachopín, cachopo y cachopo XL. Además, lo hace de mil sabores y rellenos diferentes (los tienes con huevo, con zorza, con varios quesos...). Po favor, una vez en la vida, probadlo. Y si cogéis el grande, mejor no desayunéis. ✌🏻📸 OJO: Birra gratis con las bravas si vas de mi parte. (La promoción solo es válida si publicas instastories etiquetando al local y a mí). ✌🏻📸 OJO: Cada lunes por la tarde, tienen el cachopín a 5€. Es un ofertón.
¡La arruga es bella! Afeadas aposta, en serio, ¡lo he visto con mis propios ojos! Parten de unas preciosas patatas de la variedad Agria perfectamente cortadas en plan panadera, bien pochadas y, justo antes de someterlas al fuego infernal de la segunda fritura... ¡las espachurran con los dedos! ¡Aaaargh! ¿Pero a quién se le ocurreee? ¡Un momento! Espera, espera... ¡aaah, puñeteeeeros! Con ese truquillo consiguen que los vértices de los cortes queden muy irregulares y porosos, llenos de recovecos, con lo cual, adquieren un grado crunchy de diez sobre diez en la escala Richter patatera. Suerte que no hay ninguna central nuclear cerca...
SALSA 🌶🔥
Se ve que esa mayonesa tiene lima, sí, pero yo encuentro otras notas cítricas, seguramente de limón o quizá vinagre. La cuestión es que me aseguraron que si me explicaban el secreto de la fórmula, me tendrían que matar. Como todavía no he nombrado herederos para mi imperio bravero, no me apetece morir, y menos con este calorazo. O sea, que os dejo a vosotros que asumáis el riesgo.
RESEÑA 🍻🍴
Aparte de ser uno de los abanderados de esta nueva ola de pizzerías 'premium' que inunda Barcelona, tienen otras cosas estupendas que descubrir en su carta, como la mozzarella de búfala ahumada, o los calamares fritos. Escribí, tras su apertura, que el interiorismo me parecía de lo más lisérgico, y me reitero. Entre el orgasmo que producen sus pizzas y el colocón de la decoración, sales flotando en plan Pau Riba. Voy a menudo, soy un yonqui. Nos vemos ahí.
Estas preciosas patatas 'baby', buscadas especialmente cilíndricas en origen, se confeccionan a modo de crisol, se cocinan lo justo para dejar su interior tierno y, finalmente, se les aplica una fritura que dejará su corteza crujiente. El mordisco es pecaminoso.
SALSA 🌶🔥
Se rellenan con una salsa picante basada en un sofrito, con tomate, y especias que ayudan a impulsar el frenesí bravero. El toque amarillento lo confiere un allioli comercial, de calidad, con aceite de oliva. Su plus es el espectacular flambeado con soplete al que se someten. Les deja una conspicua capita crocante, cual crema catalana, que es tan llamativa como deliciosa. Yo haría la exhibición del soplete en la mesa del comensal, para aumentar la sensación de 'show' pero, claro, se armaría un follón importante con el humo...
RESEÑA 🍻🍴
El primer adjetivo que aparece en mi mente para calificar a este sitio es muy claro: clásico. Pero, a ver, ¿eso es positivo o no? En este caso, lo voy a escribir con mayúsculas: SÍ.
Abierto en 1941, y regentado ya por la tercera generación,lo que han visto sus paredes bien merecería ser recogido en una enciclopedia de anécdotas. Intelectuales, artistas y prohombres han desgastado esos escalones que conducen al piso de arriba, en el cual se ha escrito la historia de Las Ramblas, pero también la de Barcelona. Hay platos que están desde el primer día, como ese glorioso rabo de toro o el txangurro, y otros más innovadores, como estas bravas que nos ocupan. No os deberíais perder nada, y es recomendable más de una visita para poder abarcar la inmensidad de su carta de inspiración vasco-catalana, pero sobre todo, para admirar sus rincones (la pared del reservado, empapelada con menús históricos es sublime) y entablar una conversación con Eladio, el maître. Os va a obsequiar con un recital de savoir-faire, atento a todos los detalles (como debe ser), y vais a salir más sabios de lo que habíais entrado, porque os va a regalar un sinfín de historias tronchantes que luego explicaréis vosotros.
Gràcies, Laia, per obrir-me la porta d'aquesta meravellosa casa de menjars.
Dispuestas en forma de pirámide, como símbolo de adoración a un dios que las acabará fertilizando con allioli sagrado desde las alturas. Estos bloques de variedad Monalisa, de talla L, apenas caben en el platillo que las alberga, por eso tienen que ganar altitud para intentar alcanzar su particular cielo patatero. Están tan ricas que te vienen ganas de bailar la de 'Walk like an egiptian'.
SALSA 🌶🔥
Myriam, el alma máter del garito, construye este sentido homenaje al Bar Tomás de Sarrià, pero con un allioli más suave y fluido, de manera que, cuando separes con el tenedor los grandes bloques, hagas como Moisés, pero al revés, generando una catarata de salsas: marea blanca, y marea dorada de aceite de pimentón dulce y picante.
RESEÑA 🍻🍴
Hubo una época, casi cuando los egípcios, en la que la gente atiborraba el carrer Tallers (sobre todo los findes) para comprar discos a cascoporro. Este sitio era parada obligatoria para el bebercio que apaciguaba tamaño frenesí melómano. Luego llegó internet, mudó el modelo de negocio de la calle entera (algún garito resiste, @revolverrecbcn o @dailyrecordsbarcelona) y llegaron las miríadas de turistas de sandalia & calcetín. Nada volvió a ser igual, y creí perdido este oasis de preciosos ventanales y evocador mármol en la barra. Pero su bestial menú del día, estas excepcionales bravas y esos buñuelos de espinacas, hacen que sea mi Top del Raval y el sitio que más recomiendo cuando estás en el corazón de Barcelona.
🎉OJO: Zurito de birra gratis con las bravas si vas de mi parte. Solo HOY y MAÑANA.
Como siguen todos los cánones para hacer unas buenas bravas, pues eso, les quedan canónicas. Patata de la variedad Agria, bien limpita, pelada, y cortada en bloques de medida stándard (tirando a grandes). Los pochan a temperatura media un ratito, los dejan reposar, los enfrían y, finalmente, con la llegada de la comanda, se hunden en las profundidades del aceite cabreado.
SALSA 🌶🔥
Estas son para los amantes de las salsas, ideales para esos que me comentáis que me echan más salsa a mí que a vosotros. Aquí vais a flipar, pero de verdad. Nunca he visto tantos 'toppings en unas bravas. Así que mejor vayamos por partes: La primera que inunda la montaña es una salsa brava muuuy roja, a base de tomate, picantita, dulzona y de una textura muy homogénea. La segunda es la que encuentro más interesante y curiosa, porque mezcla dos de mis ingredientes prefes: allioli y chipotle. El resultado es sabroso e impactante. El show continúa con: espolvoreada de pimentón, pimienta recién molida y cebollino. Le añaden un chaparrón de un aceite en el que han infusionado previamente pimentones. Se decora con unas gotitas de una emulsión de ajo y perejil. Añaden un chorrito de aceite de oliva. Y se finaliza con una ramita de romero.
RESEÑA 🍻🍴
La nueva gestión de este inmenso local empieza fuerte. Cubren un amplio espectro horario y han llegado para recuperar la cocina sin chorradas. Platos contundentes, como estas bravas, que no van a dejar indiferente a nadie (si has visto algo parecido por ahí, por favor, pásame un privado) o esa tortilla babosa que no puedes dejar de pedir, hazme caso, anda. Me chivan que, cuando anden más rodados, van a atacar al actualmente desamparado mundo de los desayunos de chuchillo y tenedor en la ciudad. Me van a tener esperando en la puerta armado con los cubiertos.
Cubitos tirando a pequeños, entre una talla M y una S, que pasan por dos frituras, un pochado (a baja temperatura) y una fritura final, justo antes de servirlas, para que queden totalmente crocantes. Utilizan la variedad Agria, que aporta un espectacular color amarillo.
SALSA 🌶🔥
Aquí se tira de clásicos y se apuntan al exitoso binomio allioli + aceite picante. Es la fórmula del Bar Tomás de Sarrià pero, en este caso, como llevan una generosa espolvoreada de pimentón de la Vera final, recuerdan muchisísimo más a la otra gran catedral bravera de la ciudad: La esquinica.
RESEÑA 🍻🍴
El Mendi es un clásico del Raval que no necesita presentación. Esa terraza delante del Romea, a dos pasos de las Ramblas, está llena absolutamente siempre. La clientela, evidentemente, es de lo más ecléctica, y varía en función de las horas: estudiantes, guiris, gente del teatro, señoras con la compra de la Boqueria…
La mítica barra abierta del Mendi. FOTO: @joon_scissors